
Fuego en el alma
A veces sentimos el alma pellizcada. Algo nos la oprime. Para mí es síntoma de que no canalizamos ese fuego en el alma hacia lo que nos hace felices. Podemos convertir ese fuego en energía, en pulsión que nos ponga en movimiento y nos transforme, que genere, que cree y que nos haga avanzar. En una fuerza imparable capaz de superar cualquier obstáculo que nos surja en el camino. Ahí radica la diferencia entre el éxito y el fracaso. Entre el logro y la pasividad. Entre la plenitud y el vacío. Os dejo un pequeño poema que he titulado: Fuego en el alma
Fuego en el alma.
Una antorcha en la mente
que convierte cada página una caricia.
Descubro la riqueza de lo intangible,
la solidez de lo inmaterial,
el valor máximo de la libertad hecha palabras.
Sangrar, desangrar, fluir, perderse, derramarse…
y saciarse de tinta, de teclas, de palabras, de letras.
¡Existir solo para expresar, clamar, protestar, alabar, gritar!
Adorar el arte de la expresión.
Amar la literatura.
Venerar la inmaterialidad de un mundo
más real y más auténtico
que ese otro de imágenes y formas publicitadas,
de emociones deformadas en expectativas,
de relaciones enmascaradas por intereses.
La sencillez de la palabra escrita,
su búsqueda de la verdad, del sentido.
Mi camino, mi fin.
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